Siempre llamando la atención, siempre con algo que decir,
genio y figura es y seguirá siendo Cuauhtémoc Blanco Bravo, jugador actual del
club Dorados de Culiacán quien en una entrevista a una conocida televisora
extranjera declaró que el está en contra del multicitado “pacto de caballeros”
donde dice que los derechos de los jugadores son pisoteados, también denunció
que muchos directivos en distintas divisiones piden dinero a los jugadores para
alinearlos.
No es algo que se desconozca dentro del argot del futbol
profesional en México, pero que estas denuncias vengan de la ultima gloria
nacional es de llamar la atención, pero así es el, polémico y controversial, en
una carrera como la suya donde ha ido de la gloria al infierno es a lo que nos
tiene acostumbrados el “Cuauh”, recordemos aquellas actuaciones en contra de él
en aquel entonces director Técnico del Atlas y después de la selección mexicana
Ricardo LaVolpe , primero festejarle un gol en la cara, acostándose frente de
la banca del argentino y después declarando que este lo dejo fuera de la
convocatoria del mundial de 2006 por envidia al ser el mejor jugador de México.
En lo deportivo nadie como él, cerebro y artífice del
primer título de México en aquella copa confederaciones de 1999 contra Brasil,
o de ser el primer jugador mexicano en la historia en anotar en 3 mundiales
distintos, o como olvidar aquella finta inventada por él y estrenada contra
Corea del sur en Francia 98: “la cuauhtemiña” o soloTemoc para robarse el show
en aquel juego de estrellas de la MLS y
robarle cámara al mismísimo David Beckham,
El genio no le quita corazón, cuando estaba en el América
organizaba taquizas y daba jugosos aguinaldos para los empleados del América
sobre todo a los más Humildes, y de cómo adopto a Arturito, balonero del equipo
de Coapa cuando la mamá de este falleció y el quedo desprotegido, Cuauhtémoc le
pago los estudios al mencionado niño, a jugadores jóvenes de bajos recursos
regalaba zapatos de futbol.
Ídolo, nadie ha llenado la 10 del tri… nadie como tú, ave
de las tempestades.
Arturo García
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